Todo el que se dedique a la promoción o venta de bienes o servicios que no suplan una necesidad o deseo inmediato tiene que lidiar con las resistencias de su cliente que, regularmente no ve porque tendría que gastar tiempo o dinero en algo que no va a beneficiarlo inmediatamente. Aunque teóricamente se nos antoje que lo que nos dicen sobre el cuidado del ambiente nos conviene a todos hacia el futuro, si su beneficio no está en el corto plazo, sencillamente extingue su atractivo. Si las cosas no me van a beneficiar ya, no tengo porque atenderlas o comprarlas, y si además requieren de mí un esfuerzo, definitivamente eso ya es una pérdida de tiempo. Así que hay un reto muy grande en hacerle ver a otros algo que, aunque urgente, ellos todavía parecen intuir muy lejos.
Cuando invito a la gente a gestionar su basura doméstica, es decir, a compostar y reciclar sus residuos, me suelo topar con una de estas tres reacciones. Un primer grupo que se excusa desdeñosamente de emprender la tarea, señalando que sus múltiples ocupaciones definitivamente no les permiten sacar tiempo para compostar ni reciclar; este es el grupo de los ocupados. Hay un segundo grupo, un poco más solícito, que se solidariza con la causa señalando la gravedad de los problemas generados por la basura, pero que seguidamente pasan a excusarse con el argumento de que no tienen espacio para compostar ni reciclar dado que viven en casas o apartamentos sin patio; estos son los confinados. Y hay un último grupo que de entrada se niega a contemplar siquiera la idea, señalando que la basura es algo repugnante, que no soportan su olor, y que no van a arriesgarse a atraer hormigas o cucarachas a sus casas; este es el grupo de los escrupulosos.
Para tratar de hacer consciencia sobre el asunto, voy a plantear una corta reflexión a cada uno de esos grupos remisos con la esperanza de que en alguna de estas palabras aparezca la razón por la que carece de sentido que le escurran el bulto a su propia basura. Vamos con el primer grupo, el de los ocupados. Por lo regular se trata de personas laboralmente activas que cumplen horarios de oficina o con trabajos exigentes que, aunque son medianamente conscientes de su responsabilidad, no encuentran cómo compaginarla con sus deberes diarios. Cuando las personas se decantan tanto por el mundo del trabajo, es muy probable que abandonen sus obligaciones domésticas y que no tengan tiempo ni siquiera de ocuparse de las tareas básicas. Eso es comprensible. Pero no por eso los vemos vivir en la suciedad o en el abandono. Es obvio, salvando ciertas excepciones, que hacen todo lo posible por mantener su casa en orden, y que incluso pagan quien los supla con sus propios menesteres porque sencillamente saben que no pueden permitirse vivir entre la escoria, ya que esto haría colapsar la vida familiar.
Nos gustaría que fueras consciente de que lo propio puede pasar a un nivel macro con el Planeta. La basura y la contaminación podrían hacernos colapsar como civilización. De manera que si te preocupas por limpiar tu casa pequeña, haz lo propio con tu casa grande: la Tierra. Si tu casa pequeña está atestada de mugre, lo inmediato que quieres hacer es escapar de ella a un lugar más limpio y agradable; pero si el Planeta está atestado de basura, no hay a donde escapar. Como dicen por ahí, no hay planeta B. Así que de la misma manera que sacas tiempo para tu partido o película favorita o para reunirte con tus amigos, decide sacarlo también para aprender cómo compostar, reciclar y reducir tus residuos o capacitar a la persona que te ayuda con las tareas domésticas. Querer es poder. Es tan simple como designar un tiempo y un espacio para cada actividad, y con seguridad acabarás enamorándote de ellas.
En segundo lugar, tenemos al grupo de los confinados, de los que viven en espacios muy pequeños. Si estás en este grupo queremos decirte que es apenas natural que sientas que si no dispones de un espacio al aire libre sencillamente no puedes hacerte cargo de tus residuos. Pero no hay tal, tu casa también reúne las condiciones de un hábitat vivo: Si no fuera así no podrías tener ni una plantita, ni vivir tú mismo en ese ambiente. Así que la conversión de residuos no es tanto un tema de espacio como de estrategia; lo único que necesitas es reproducir las condiciones que se generan en el exterior para hacer posible la conversión de tus residuos, y eso es más fácil de lo que crees. Si dispones de una pequeña terraza o balcón techados maravilloso; pero si solamente tienes una pequeña esquina en tu cocina, en tu sala o incluso en tu baño social, no necesitas más. Puedes empezar hoy mismo.
Por último, está el grupo de los escrupulosos, de los que temen que la basura los infecte como si viniera de Marte y no de sus propias manos como realmente ocurre. El residuo se produjo justo cuando acabaste de servirte del producto, por ende, no está contaminado ni putrefacto, ni nada; no lo abandones antes de ponerlo a buen recaudo para que no corra esa suerte. Aprende las técnicas elementales de compostaje y reciclaje, para entender la circularidad de la naturaleza, y perderle el miedo a una práctica tan básica y necesaria para el correcto funcionamiento ecológico. Por lo demás, si alguna vez dejaste pasar de tiempo tu compostaje, o se pudrió por exceso de líquido, no temas el olor resultante. Los olores hacen parte de nuestra naturaleza animal y acompañan todas las funciones vitales como el sexo, la respiración y la alimentación. Sin duda que tenemos un instinto de repugnancia que funciona como un mecanismo de supervivencia para no ingerir o respirar alimentos o atmósferas contaminadas; pero un buen compostaje huele a cítricos, hierba y tierra húmeda. Ciertamente no huele a perfume químico, pero su fragancia no deja de ser agradable. Dale una segunda oportunidad a tu animalidad, descubrirás un inusitado placer por los fermentos que también repercutirá positivamente en tu salud. Animalízate más y complícate menos.
Finalmente, y respecto al supuesto riesgo de animales rastreros teniendo un compostaje en tu casa, puedo asegurarte con total fiabilidad que hay más cucarachas en nuestras cabezas que en un matero de compostaje bien hecho. Ni el compostaje ni el reciclaje generan olores ofensivos cuando son realizados siguiendo unas tácticas específicas y, por ende, no estimulan el olfato de ningún animal. Sólo es cuestión de aprender la técnica correctamente. Decídete a transformar tu basura en abono, no sólo descubrirás que es una experiencia mágica, también estarás ejercitando tu propia responsabilidad moral al no poner a otros a cargar con ella.
Hay quien dice por ahí que para salvar al ambiente hay que involucrar a todo el mundo. Muy cierto, aunque yo no diría que hay que involucrarlo sino hacerlo consciente de que ya está involucrado. Por el hecho de que ignoremos que hay un relleno sanitario muy cerca o lejos de nuestra ciudad, éste no va a desaparecer ni a dejar de recibir las miles de toneladas diarias de basura que recibe, complicando la suerte de los ecosistemas y de los habitantes de sectores aledaños. Que tu no veas o no sientas el hedor de la basura que arrojas cada día al ambiente, no significa que no lo estés haciendo, ni que ello no esté teniendo consecuencias deplorables. Como ser que necesita consumir para mantenerse con vida, es obvio que generas desechos que, a su vez, generan secuelas en la naturaleza y en la calidad de vida de todos. De modo que el problema tiene que ver directamente contigo. Si no haces algo ahora para evitar propagar la basura, inevitablemente llegará el momento en que te toparás con ella en la puerta de tu casa, o lo harán tus hijos o los hijos de tus hijos. Y para entonces puede que ya sea muy tarde.
No creas que el problema es de los políticos o de las autoridades sanitarias o de los operadores de basura o de cualquier otra persona diferente a ti. Es tuyo y te atañe genuinamente. Tú eres su generador. Nadie más sino tú lo puede arreglar.
Así que independientemente de todas las circunstancias que consideras que te excusan de encargarte de tu propia huella ambiental, se requiere de tu compromiso como consumidor y como productor, y lo último que se necesita es que le escurras el bulto a la responsabilidad; no la cargues sobre hombros ajenos. Es tu fardo, hazte cargo de él. La basura es un problema que generamos entre todos y entre todos debemos resolver.
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