¿Has estado alguna vez en un invernadero? Si no has estado, seguramente lo has visto de lejos o en fotografías; son esas estructuras cerradas o semicerradas en vidrio o en plástico (polietileno, policarbonato) que crean condiciones climáticas óptimas para el cultivo de frutas y verduras, disminuyendo la necesidad de usar químicos y pesticidas. Una característica muy frecuente en los invernaderos es el calor que sientes dentro de ellos. Ello se debe a que la luz del sol atraviesa el material transparente calentando el suelo, las plantas y el aire al interior. Una vez absorbida la radiación solar, el suelo la remite o devuelve en forma de radiación infrarroja -energía invisible al ojo humano pero detectada como calor- que no puede escapar porque el vidrio o plástico actúan como una barrera, lo que crea una atmósfera interna más tibia que la temperatura externa.

Así como en los invernaderos, cuando se habla de calentamiento global y de efecto invernadero, se alude también al aumento progresivo de la temperatura de la Tierra causado por las altas emisiones de gases compuestos de carbono (gas carbónico, monóxido de carbono, gas metano), que hacen que el calor del sol se retenga en la superficie terrestre impidiendo su disipación nuevamente al espacio. Entre más gases de efecto invernadero -entre más moléculas compuestas de carbono- haya en la atmósfera, más actuarán como el plástico protector de un invernadero, y más caliente se tornará la Tierra afectando a todos los ecosistemas que necesitan cierta temperatura para mantenerse en balance.

Antes de decir algo más sobre el carbono, tenemos que advertir que es uno de los elementos más importantes y abundantes de la naturaleza, y aquel del que se compone la estructura (biomasa) de todos los organismos, siendo indispensable para la vida tal y como la conocemos. Su presencia en unión con el oxígeno fue lo que posibilitó entibiar nuestra atmósfera que, sin dicho gas sería aproximadamente de -18C°; una temperatura por completo hostil para la vida. De suerte que no se trata para nada de un elemento negativo sino todo lo contrario; el problema con el carbono no es que exista, sino dónde se encuentra y en qué proporciones.

Para entenderlo mejor, veamos un poco acerca del circuito que describe en la naturaleza. El carbono es un elemento químico que se encuentra tanto en el aire, como en el agua, el suelo y los seres vivos, realizando un tránsito continuo entre uno y otro, en lo que se conoce como el ciclo del carbono. 

El ciclo del carbono incluye dos subciclos: el biológico (superficial) y el geológico (profundo). En el ciclo biológico, la biosfera -toda la esfera de seres vivos- absorbe carbono y posteriormente lo devuelve mediante tres funciones vitales: 1.fotosíntesis (las plantas verdes/transforman el dióxido de carbono en carbohidratos y oxígeno por medio de la luz solar), 2.respiración (reabsorción del oxígeno y liberación del dióxido de carbono, lo inverso de la fotosíntesis) y 3.descomposición (las bacterias descomponen excrementos y cadáveres convirtiéndolos en carbono orgánico que se irá acumulando en la corteza terrestre en forma de combustibles fósiles). 

El ciclo geológico, por su parte, que toma millones de años, es el del carbono que se encuentra en los sedimentos de la corteza y el manto terrestres formados por rocas calizas, carbonatos y organismos descompuestos, todos ellos sometidos a muy altas temperaturas y presión que los derrite, liberando dióxido de carbono que volverá nuevamente a la atmósfera en forma de erupciones volcánicas.

De manera que la relación entre el ciclo biológico y el geológico -entre el superficial y el profundo- se da principalmente a través de la actividad volcánica que lleva carbono de abajo hacia arriba durante las erupciones, y de arriba hacia abajo a través de la sedimentación de cadáveres de animales y plantas que se van hacia el fondo de la superficie terrestre hasta convertirse en combustibles fósiles y roca caliza (Litosfera) -parte de la cual es expulsada en las erupciones volcánicas en forma de rocas, magma, cenizas y gases- cerrando de nuevo el ciclo. 

Eso significa que el carbono de esos organismos y de toda esa materia ha pasado del ciclo superficial al profundo a lo largo de millones de años en un complejo balance. Pero en la actualidad “la actividad humana ha empezado a pasar carbono del ciclo profundo al superficial rápidamente al extraer esos combustibles fósiles de la corteza terrestre y quemarlos en la superficie, acabando este en la atmósfera en forma de gases. El flujo de CO2 a la atmósfera por la quema de combustibles fósiles es dos órdenes de magnitud mayor que la cantidad de CO2 que emiten los volcanes” (cien veces mayor). 

Pero el efecto invernadero no es únicamente a causa de la explotación de carbón, petróleo y gas; ese es apenas un renglón, pero no él único, ni el más importante. Existen factores antropogénicos (originados en la actividad humana) que inciden en la generación de gases de efecto invernadero con el mismo poder de sobrecalentamiento abarcando toda la cadena de producción, tales como la tala de bosques, la expansión agrícola, la agricultura química, la industria de la construcción, la minería, la producción de cemento y los gases refrigerantes entre muchos otros.

Según informe de las Naciones Unidas, por ejemplo, la ganadería produce más gases contaminantes que el transporte*  ( https://es.news.un.org/es/story/2006/11/1092601), otro ejemplo son los gases fluorados presentes en subestaciones eléctricas, aires acondicionados, sistemas de refrigeración y extintores, con un Potencial de Calentamiento Global (GWP) muy elevado, considerados el  tipo más potente y persistente de gases de efecto invernadero emitidos por actividades humanas, paradójicamente creados como sustitutos de sustancias que destruyen la capa de ozono  Emisiones de gases fluorados | US EPA

De manera que nos urge adoptar una nueva economía que no sólo descarbonice (deje de usar combustibles fósiles) los procesos de producción, distribución y consumo, sino que reduzca la presión sobre los recursos en general, adoptando modelos de producción y consumo más enfocados en opciones naturales que prioricen el bienestar por encima del derroche y la acumulación.